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Cómo funciona el motor de la lavadora

Motor lavadora

Hay ciertos electrodomésticos que entre sus componentes tienen un motor eléctrico para realizar funciones muy diversas, pero que donde más relucen son en las lavadoras, pues éstas dependen totalmente del mismo. Y es que si éste no funcionara a ver cómo iba a dar vueltas el tambor, ¿verdad? Antaño lo hacían a mano; pero bueno, llegó la tecnología.

El motor que tienen las lavadoras es muy similar a lo que os podréis encontrar en los alternadores de los coches, pues el planteamiento es el mismo -pero al revés-. La idea es que la corriente eléctrica que entra por la toma se distribuya por un bobinado de cobre que se encuentra trenzado de una manera muy determinada en la parte interior de la carcasa del motor en cuestión, pieza a la que se denomina “estator”. Una vez la corriente esté circulando por los cables generará una cierta cantidad de fuerza electromagnética.

Pues bien, dentro del estator existirá otra pieza que se denomina “rotor”, y cuya función será transmitir el movimiento mecánico al tambor. Pero claro, ¿cómo se genera ese movimiento mecánico? Resulta que el rotor tiene en su superficie una serie de imanes, los cuales una vez entren en contacto con el campo magnético generado por el bobinado del estator se moverán en base a la denominada “fuerza electromotriz”. Y ahí tenéis el origen del movimiento del motor de una lavadora y en líneas generales de todos los motores de corriente alterna. Por cierto, si queréis probar a hacer un motor de este tipo en casa tened cuidado, pues no se puede hacer a la ligera, consultad un buen manual o con un electricista industrial.

Ahora bien, este tipo de motores pueden estropearse fácilmente, por lo que habrá que tener ciertas precauciones a la hora de emplearlos.

Por una parte tenéis que tener en cuenta que es muy importante respetar la carga teórica de la lavadora, pues si os pasáis el motor necesitará mover más peso, para lo cual necesitará una mayor intensidad; y claro, el bobinado del estator, que es de cobre pelado cubierto por una fina capa de esmalte aislante, puede que no lo soporte, calentándose en exceso hasta diluir el componente protector y poner en contacto directo cableados de diferentes polos. Y bueno, os podéis imaginar lo que va después, ¿verdad? Cortocircuito, motor quemado, y dios sabe qué piezas más chamuscadas. ¿Solución? Con suerte cambiar el motor de la lavadora, con menos suerte tirar la lavadora, y con mucha menos suerte tener que apagar el fuego generado en la cocina o donde tengáis la máquina.

Por otra parte, para evitar este mismo final, es importante que respetéis el tiempo de funcionamiento que tiene cada modelo -una información que viene en los manuales-. Y es que un funcionamiento excesivo puede acabar provocando el sobrecalentamiento del motor y su dañado.

En definitiva no debería pasar nada haciendo un buen uso del electrodoméstico, por lo que ante todo hay que tener sentido común.

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